Hola hola mundo!!! Bueno, como lo prometido es deuda, aquí mismo os dejo el capítulo 17, recién terminado. No hay mucho que decir, que espero que os mole, no es especialmente entretenido, pero tampoco sabíamos que contar, ahora volverá la emoción... Bueno y también deciros que no tenemos mu claro que el finde que viene esté el 18, habrá algún adelanto y eso, pero el capítulo entero tardará un poco más, no mucho, pero si algo. Si por algún motivo no es así, ya sus lo diré. Bueno ahí va:
Y recordad, votar en las encuestas, de vosotros depende que se quede embarazada o no...
CAPÍTULO
17: LA CAMISETA
Entra un rayo de luz
por la ventana, y me da de lleno en la cara. Hace un rato que estoy despierta,
bueno, en duerme-vela, se está muy a gustito dentro de la cama, bien tapadita,
me daba mucha pereza levantarme. Ahora, esa maldita luz ha hecho que pierda
todo el sueño que me quedaba, por lo que me obligo a levantarme.
Primero me destapo y
me siento en el borde de la cama, luego me desperezo y, por último, me levanto
y cojo mi ropa del suelo para ponérmela. No puedo evitar sonrojarme al recordar
lo que pasó anoche en este mismo cuarto.
Antes de poder ponerme
algo de ropa, alguien llama a la puerta. Debe de ser Diego, de hecho, fue él
quien me despertó al levantarse para salir fuera del cuarto. Abro la puerta de
la habitación, pero allí no hay absolutamente nadie. Un segundo pique de puerta
me dice que no estaban llamando a la habitación, si no a la puerta que da
entrada a la cabaña.
Algo me dice que no
abra, ya que Diego y Alberto pueden abrir perfectamente con la llave, y dudo
que se les haya olvidado y tengan que recurrir a llamar. Decido no abrir y
meterme de nuevo en la habitación, pero el ruido no para. Cojo una de las
camisetas más grandes que veo en una silla del cuarto y me la pongo. Salgo para
abrir y ver de una vez quien es el plasta que llama así a la puerta, pero Diego
se me ha adelantado, parece que acaba de salir de la ducha, ya que tiene el
pelo mojado, esta con solo unos calzones y lleva una toalla al hombro. Menuda
manera de recibir a la gente que llama. Abre la puerta si puedo ver la figura
de Javier, me acerco más, al principio tenía un deje de preocupación en la
cara, pero en cuanto nos mira mejor y ve cómo vamos, su cara cambia. Se le
puede ver con un enfado algo notable. No para de alternar la mirada entre
Diego, semidesnudo, y yo, solo con una camiseta que llega un poco más del
trasero y ya. Diego intenta amenizar la situación.
-Javi, ¿no te habías
ido? ¿Dónde has dormido? Anda pasa, que por la noche ha nevado y te debes estar
quedando tieso -Yo no estoy de acuerdo con eso, parece tan cabreado que
derretiría toda la nieve que se propusiese, tampoco m había dado cuenta de que
había estado nevando, bueno, eso podría explicar el frío que tengo.
-¡Aaaaachús! -No puedo
evitar estornudar.
-Jesús, eehh.
-Gracias.
Un soplo de viento
entra por la venta y me levanta la camiseta al estilo Marilyn Monroe, dejando
ver mis bragas. Como no, Diego, no puede evitar pegar un silbido, haciendo que
Javi se de cuenta del algo que ya estaba bastante claro.
-Venga, tío, pasa que
los demás no estamos congelando -Diego sigue intentando que no se enfade y
quitarle importancia a la situación. Al final Javier, decide pasar, se quita la
nieve de las botas y se sienta en uno de los sofás, el más cercano a la
chimenea.
Decido actuar como si
no pasara nada, voy al baño y me miro en el espejo. Tengo todo el pelo
revuelto, por lo que intento peinarlo con las manos. Antes de salir, respiro
hondo, sonrío para mí misma y, por fin, salgo. Javier está viendo la televisión
y Diego se ha secado y se ha puesto un delantal. Me fijo en su culo, la verdad
es que esos bóxers dejan muy poco a la imaginación. Se pone a hacerse unos
huevos con bacon. Miro a los dos, pensando con cuál de ellos irme, pero está
claro. Me voy a la cocina y saco leche y un cuenco, vierto la leche en él y la
pongo a calentar en el microondas. Mientras miro como el tazón da vueltas,
escucho una voz.
-¡Uoooh! Mira quien le
mira el culo a mi hermanito -Es Alberto, y parece haberse dado cuenta de que
mis ojos han ido a parar al trasero de Diego. Aparto la mirada corriendo y algo
sonrojada ¡Joder! ¿Y este cuándo ha entrado en la cabaña? Alberto le da un
azote en el trasero a Diego -Veo que has triunfado hermanito, qué suerte
tienes.
-Anda, anda, no
inventes. Te he dejado la comida lista, vete ya a currar y déjanos, Beto -Dice
Diego negando su insinuación, duele un poco que lo diga, pero está claro que
solo lo dice por no meternos en líos Alberto coge la bolsa que le tiende Diego
y me mira.
-Adiós enana -Me da un
par de besos y un fuerte abrazo. Le miro extrañada, al ver mi cara sigue
diciendo -Me parece que te vas hoy para casa -Me aclara mientras señala con la
cabeza a Javier.
-Ah, bueno... pues
nada adeu -Le doy otro abrazo y, de repente le miro, con una duda que me he
preguntado más de una vez -Oye, ¿por qué te llaman "Beto"? -Alberto
se ríe.
-Ese menda de ahí
-Dice señalando a Diego -Cuando era pequeño no sabía decir bien mi nombre, y
decía "Beto", la gente lo empezó a decir, y ahora todos me llaman
así.
-Jaja, ¿enserio? Bueno,
no lo habría imaginado, en fin, adiós Beto.
-Adiós -Beto se va y
por fin suena el maldito microondas. Abro la puerta y cojo la taza, pero está
tan caliente que se me cae de las manos y se rompe contra el suelo, llenándolo
todo de cerámica y leche. Pego un gritito al clavarme un trozo en el pie, en el
malo... Javier viene corriendo, pero al ver que los dos estamos bien, se vuelve
al salón. Diego se ríe, y yo con él.
-Bueno, lo siento, así
de torpe que soy yo, jeje -Diego y yo comenzamos a recoger los trozos de cerámica
del suelo.
En un momento, me
distraigo mirando su torso desnudo, y es ahí cuando sin darme cuenta cojo mal y
con demasiada fuerza uno de los trocitos y me lo clavo en las manos. La sangre
empieza a salir y me gotea de la mano, que ya está completamente roja, no puedo
evitar marearme un poco. Diego en cuanto ve que me he cortado, le dice a Javi
que traiga algo de agua oxigenada, algodón y un poco de esparadrapo. Al cabo de
un rato que se me hace interminable, llega Javier.
-Bueno, no había agua
oxigenada, pero he encontrado un bote de alcohol, sirve igual -En cuanto veo el
alcohol me pongo nerviosa, eso duele mucho más que el agua oxigenada, de
pequeña en la guardería era lo que te ponían y no podía con el escozor, dudo
que ahora sea muy diferente.
-Vale, desinféctala tú
y yo voy a sacar la comida del fuego, que solo falta que se nos incendie la
cocina -Le dice Diego a Javier -Enana, siéntate aquí, que es mejor a que estés
en el suelo -Me dice señalándome uno de los taburetes.
Me siento y enseguida
viene Javier con el botee de alcohol y el algodón en la mano.
-Quédate quieta y así
tardamos menos -Javier coge mi mano y hecha el alcohol en mi mano, sin
molestarse de me escueza a horrores, luego restriega con el algodón, haciéndome
aún más daño, y por último, pone un poco de algodón sobre el corte y lo pega
con el esparadrapo. Siento como si mi mano estuviese en carne viva, como
duele...
Entra Diego en la cocina, ya
vestido.
-Bueno, ¿qué tal esa
heridilla?
-Bien, ya no me duele
casi nada -Le miento.
-Bueno, me alegro -Se
acerca a mí y me da un beso en la mejilla. Javier se aparta de nosotros,
malhumorado y se va de nuevo al salón.
-Gracias -Le digo feliz.
La verdad es que, aunque sea cruel decirlo, sienta bien que un tío se ponga
celoso y que tú seas la causa, te hace sentir bien. De repente me suenan las
tripas.
-Jaja, parece que
tienes hambre.
-Nah, que va, ¿por qué
lo dices? -Bromeo.
-Bueno, ya tienes tu
desayuno en la cocina, yo ya he acabado, y, bueno, me tengo que ir... asique,
bueno, adiós, que te vas con Javi y no creo que nos volvamos a ver... -Abro los
ojos como platos, se me había olvidado que me tenía que ir. Me inclino para
besarle, pero él se parta -No...oye, mira, lo de ayer fue genial, en serio,
pero es que está Javi, y él... él es un buen amigo, no quiero que se pierda por
una tontería así, ¿sabes? -Le miro a los ojos, estoy segura de que él también quería
besarme, pero intenta hacer lo correcto. Coge una chaqueta que está encima del
radiador, se la pone y sale fuera.
Cojo el desayuno que
me ha preparado Diego y me lo como en la encimera, no quiero entrar al salón,
con Javier. Al terminar, voy a la habitación de Diego, me pongo unos pantalones
y busco un bolígrafo. Al encontrarlo, saco un clínex y en él apunto mi número
de móvil. Se lo dejo en la almohada, y también le pongo que me llame para que
algún día podamos vernos otra vez. Salgo de la habitación y entro al salón. Me
quedo mirando a Javier, que sigue con la televisión.
-Bueno, ¿nos vamos o
piensas quedarte ahí sentado y viendo la tele todo el día? -Intenta mirarme a
los ojos, pero yo aparto la mirada, no quiero ver sus ojos, igual acabo
desenfadándome y no es mi plan.
-Que morro, la tía,
para tus asuntos hay que darse mucha prisa, ¿eh? -Dice mientras se levanta y
coge las llaves de su coche.
Nos subimos al coche y
comenzamos el camino de vuelta a casa. El tiempo pasa muy lento, llevamos diez
minutos en un silencio muy incómodo, por lo que pongo la radio para amenizar la
situación. Se me van cerrando los ojos y me acabo durmiendo, hasta que escucho
unos golpes y abro los ojos poco a poco, para ver de qué se trata.
-Javier, ¿qué ocurre?
-Estamos parados en medio de ningún sitio
-Pues que nos hemos
quedado sin gasofa, llevamos aquí ya un buen rato -Miro mi reloj y me quedo
flipando con la hora, hace ya dos horas que salimos de la casa del
guarda-pantanos -Además, esto es una carretera secundario por la que no pasa ni
Dios.
Javier está fuera del
coche dando vueltas. Está lloviendo, pero no parece importarle para nada.
-Anta metete en el
coche -Le digo suavemente abriendo un poco más su puerta.
Se mete en el coche e
intenta secarse un poco. Yo mientras saco mi móvil, lo había puesto a cargar en
cuanto nos habíamos subido al coche, y miro las llamadas, cincuenta y seis
perdidas, de mis padres toditas, me va a caer una buena cuando llegue a casa. Decido
llamarles y contarles alguna milonga. Por suerte no lo cogen, por lo que les
dejo un mensaje de voz diciendo que me fui al pueblo de Yolanda, con ella y sus
primos y que cuando queríamos volver la nieve nos cortaba el paso, pero que ya
estaba de camino y que hoy llegaría.
Miro a Javier mientras
dejo el móvil cargando de nuevo. Tiene unas ojeras enormes y todavía gotea un
poco. Se nota que lleva toda la noche sin dormir. Me mira, y como pensaba
antes, no puedo seguir enfadada con esos ojos cargados de pena. Me acerco a él
y le beso, pero él se aparta, suavemente.
-Oye, mira... sé que
has estado con Diego y...
-No, eso no es
verdad... -Le miento, es la única manera de quitarle esa pena, no puedo con
ella. En algún momento descubrirá que lo que le digo es mentira, pero por ahora
es lo único que puedo decirle para hacer que se sienta mejor.
-Mira, chiqui, sabes
que yo te quiero, pero...
-Lo necesito -Le beso
de nuevo, pero acaba convirtiéndose en un beso cargado de pasión y rabia. Me
separo y le beso el cuello y las orejas. Me pongo encima de él para estar más cómodos.
Al cabo de un rato se separa un poco, saca un preservativo. Me mira, como pidiéndome
permiso y yo asiento. Nada más comenzar se da cuenta de que le he mentido, pero
no hace nada más que lanzarme una mirada, después, continúa. Yo pienso en parar
un par de veces, yo a él no le quiero de la misma forma que él a mí, esto lo
estoy haciendo más bien por pena. Al acabar, me pongo de nuevo en mi asiento y
Javier nos tapa con la manta del picnic.
Oye, ¿tenemos algo
para comer? -Le pregunto con toda la normalidad que puedo.
Javier, sin decir
nada, saca dos bocadillos de una bolsa y me da uno. Al acabármelo miro en los
bolsillos de mi abrigo, buscando algún chicle o algo así. Pero lo único que
encuentro es un papelito doblado, lo saco y al desdoblarlo lo leo:
Te quiero, y que sepas que
eres mucho para mí, te doy mi número y algún día me llamas y quedamos, un beso.
65960031
No puedo evitar sonreír,
es de Diego, aunque instantáneamente me siento mal por Javier
Cuando me vuelvo para
mirarlo, está hablando por el móvil y cuando acaba me mira.
-Viene Beto con su
coche, vístete -Me visto, pensando, algo triste que me hubiese gustado más que
viniese Diego.
Al cabo de unos veinte
minutos vemos la camioneta de Beto acercarse. Cuando llega donde estamos me
ayuda a subirme a ella y me pongo en el asiento de en medio (hay tres en la
parte de delante). Mientras Beto llama a una grúa y Javier se pone a mi lado en
la furgoneta. Cuando llega la grúa emprendemos de nuevo el camino de vuelta a
casa. Yo me quedo dormida de nuevo y no me despierto hasta que Beto me sacude
un poco el hombro para que me despierte. Ya estamos en casa. Me ayuda a bajar y
a coger mis cosas, después él y Javier se van.
Voy corriendo a la
puerta de mi casa y llamo. Abre mi madre, que en cuanto me ve me da un abrazo
que me deja sin respiración, mi padre hace lo mismo. Nos sentamos en el sofá y
les cuento lo bien que me lo he pasado "en el pueblo de Yolanda". Ellos
parecen creer todo lo que les digo, asienten y dejan que continúe con mi
historia de cómo la nieve había cubierto la carretera. Cuando termino, nos
damos cuenta de que ya es muy tarde, hacemos la cena y nos quedamos viendo la
tele hasta que ninguno puede más y nos vamos a la cama.
Cuando entro en mi
cuarto me fijo en una bolsa que no me sonaba tener ahí. Miro dentro, es la ropa
que me había dejado en la cabaña de Diego y Beto, se me había olvidado. Pero si
ahí tengo esa ropa, ¿qué camiseta llevo puesta? me desabrocho la chaqueta y veo
que no me había molestado en quitarme la camiseta al ponerme los pantalones y
salir con Javier de la cabaña; llevo la enorme camiseta de Diego, la que me
puse por la mañana para abrir la puerta. Bueno, ya tengo una escusa perfecta
para volver a verle, y cuanto antes, mejor.
Ay Diego... Es el que mejor me cae de todos porque a Javier se la sigo teniendo jurada por lo del secuestro ¬¬ Estoy deseando ver el encuentro con Diego ^^
ResponderEliminarBesos
Jajaja sí, la verdad esque Diego... bueno, bueno, no me le mates al pobre, a ver si a partir de ahora te cae algo mjor jaja pues espero que el próximo finde esté... un besazo :)
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